HERMANO MISIONERO

 

Llamados a una misión sin fronteras

 

Nuestro llamado a ser Hermano es un don de Dios, un regalo, es una gracia fuera de nosotros dada por el Espíritu Santo.

El mejor regalo que Dios nos ha dado es el regalo de nuestro llamado de Hermano dentro del Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal. Dios nos ha dado este regalo para usarlo en beneficio de los demás.

(Cf. Romanos 12:6-7).

Debemos ser conscientes de los diferentes dones, regalos que el EspÍ­ritu nos puede dar a cada uno de nosotros. Son diferentes llamados a servir al Señor. Es un llamado desde el EspÍritu que nos hace decir abba Padre.

Tenemos la seguridad de ser guiados en nuestro llamado de ser Hermano por el EspÍ­ritu Santo. Tenemos aquÍ un llamado a discernir en el Espíritu nuestra vocación de Hermano.

Existen diferentes carismas, dones, regalos, pero todos ellos vienen o son dados por el Espíritu Santo. Existen diferentes formas de servir al Señor, y cada uno de nosotros puede ejercer diferentes ministerios. Es el Espíritu quien los da. Es Dios quien obra en cada uno de nosotros, en nuestro ministerio y es El quien nos ayuda en el trabajo que desempeñamos en nuestras comunidades, en nuestra vocación especifica de Hermano (Cf. Romanos 12:6-8).

Nosotros tenemos un regalo especial dado por el Espíritu para servir a otros desde nuestro llamado de Hermano. El Señor nos ha dotado con sabiduría, o con entendimiento para desempeñar nuestras funciones (toda sabiduría viene de Dios y con el permanece para siempre (Cf. Eclesiásticos 1:1; yo rece y prudencia me fue dada, yo invoque al Señor y el espí­ritu de Sabiduría me fue dada, Cf. Sabiduria7:7).

Es el Espí­ritu quien da los diferentes dones, es el Espíritu quien guí­a a las diferentes Congregaciones en sus diferentes Carismas; a trabajar con los enfermos, a enseñar, a catequizar, a llevar el Evangelio hasta los últimos rincones, etc. Es el Espíritu quien nos ha dado el gran regalo de Carisma de Hermano Yarumal, desde el Espí­ritu de Monseñor Miguel Ángel Builes.

 

¿Cómo es la formación para Hermano?

Formación de los Hermanos.

Objetivos de la Formación para los Hermanos.

La formación para Hermanos no es solo académica. Si bien esta es necesaria, insistiendo sobre todo en una formación en misionología, antropología, eclesiología, metodología de la inculturación, análisis del mundo actual, entre otras materias, es importante también integrar otras áreas donde la experiencia de vida sea fundamental, y donde una fe adulta en constante crecimiento, que se confronta con los otros y con el mundo, sea el mejor programa formativo.

Proceso a seguir:

  1. Discernimiento de esta vocación especí­fica. La formación tiene que procurar los elementos y los cauces necesarios para que un joven pueda hacer un verdadero discernimiento vocacional. No basta con el querer o el tener ganas¦ Se deben tener las garantías de la idoneidad del candidato es idóneo y sus motivaciones son auténticas. Es decir que su deseo de servicio a otros sea expresión de su fe en Jesús.
  2. Asumir una identidad propia. El descubrimiento de la vocación espepí­ficamente de Hermano lleva al joven a crear un «estilo» peculiar de vivir su fe cristiana, aquí y allá. Estas caracterí­sticas propias de una determinada vocación se dan generalmente en el seno de un grupo o comunidad. Es lo que poco a poco puede ir definiéndose como el sentido de «pertenencia a»; no con un sentido exclusivista o elitista para separarse de los otros, sino como elemento integrador de su persona al identificarse junto con otros. De ahí la necesidad de tiempo y espacio, y también de un itinerario formativo con contenidos y motivaciones que sostengan y favorezcan la elección hecha hasta ir creando una identidad propia.
  3. Profundizar en la fe y vocación misionera laical a nivel personal y como grupo eclesial. La fe toma unas caracterí­sticas propias, una espiritualidad propia, un compromiso cristiano propio, una manera singular de estar en el mundo, etc… cuando dicha fe está sellada por la misión ad gentes.
  4. Preparación especí­fica en vistas de la misión recibida. Donde se ofrece una teología de la misión actual y unos criterios adecuados para abordar el contexto de la misión ad gentes.
  5. La formación permanente y continua.Somos seres en continuo crecimiento, en constante formación, y habrá que estar atentos a conseguir dicha formación tanto en el lugar de misión como luego a la vuelta. Aquí­ suele haber una laguna para los que regresan de la misión al no encontrar muchas veces espacios eclesiales y contenidos vitales adecuados a su realidad.
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